Aun despierto con
tu nombre atrapado en mi garganta.
Aun despierto,
siento tu calor entre mis sábanas
Y aun despierto,
consumo mi último aliento de la madrugada en tu recuerdo.
Aun aquí mi
saliva sigue espesa, alrededor de las palabras que por odio rece por ti; entre
dicho de un amanecer perdido en el instante de tu partida.
Aun no consigo
recordar tus últimas palabras al cerrar el teléfono y dejarme en este infierno
terrenal; que se ha vuelto cada amanecer que no concibo deletrearte. En mi mano
izquierda aún sigue la huella de tus dedos, atravesar los sueños que alguna vez
fantaseamos construir.
Continúan las
rodillas partidas de tanto esperar; de embriagarme con tu olor y más aun de las
extrañas historias entre clases.
Sigo en pié
frente a esta pesadilla que se convirtió mi cotidianidad, mis deseos absolutos
de abandonarlo todo y ser un mendigo más de la sociedad actual.
Aun ansío que
respires mis quejas entre tus sueños, entre todo aquello que alguna vez juramos
tener y ser para nosotros; viendo alrededor, para encontrarte entre la
multitud, entre tantos latidos en sincronía y un corazón roto.
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