27 nov 2008

Los días, solamente empiezan.

Solo están y no me pertenecen;
solo son ruidos que se acercan
y la mirada perdida en el techo.

El silencio que no encuentro;
asociado al de mi voz,
que manipula mis sueños
y me enfría el café.

Empiezan y terminan,
se convierten en...
la profundidad cíclica
de un aventón.

Del lamento, como olvido,
del susurro, como ira,
de violencia, como ausencia.

Nada puede finalizar,
sin mezclarse con el sudor
de una estampida de sentimientos
que no logran definirse.

Y sigo transponiendo los mismos días;
hasta encontrar la distancia exacta
hacia el centro de mi frente.