Inhumana fue la primera mordida y mas pensar de la segunda, todo era corrosivo al mirar detrás de la cortina, aquella ninfómana había tomado algo mas que mis tres instantes de sobriedad para llevarme a su cuarto, su placer era lateral a su facinacion por las cámaras y yo como buen caballero se la había ofrecido sin ninguna reprimenda.
Fotos iban y besos volvían, todo aquello que conciba como algo natural se formo en menos de dos segundos, ahora era ella quien llevaba el control de la emociones, todo era extremadamente orgásmico y cada minuto contaba una exclusividad. Su elocuencia y su s desmedidas acciones me transformaron poco a poco, hasta dejarme inconsciente por secuela de su experiencia.
Me sentía ya demasiado cansado con la garganta seca y convertido un desecho cuando percibía que algo empujaba mi cuello para extraer de mi la cámara, el sosiego a lejana vista, la vi que se vestía deprisa y algo hacia en la computadora que estaba anclada a la mesa del fondo utilizando la impresora para ganarse un trofeo con mi cuerpo tumbado en su alfombra.
De volver a verla fue intempestivo unos cruces y algunos que no recuerdo. Pero de saberlo en realidad fue su gusto por adquirirse una foto mía para su recuerdo en sus aventuras frenéticas.
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