5 dic 2007

Realidades

Encuentro al menos una respuesta que concibo como una realidad que ha golpeado mi puerta en varias ocasiones, en cuantas otras las mismas han sido de una complejidad que ha rebasado mi vacío y este al sentirse alienado, trata de constiparse y regurgitar un par de lagrimas en seco.

En el desencanto de las emociones, que me hacían falta, sollozos mudos y acantilados llenos de esperanza; Quienes más nos visitan aun siguen siendo las dudas, los silencios estremecedores y aquellos momentos de emoción en los desintereses.

Promesas que han sido realizadas en una forma, tan inhumana e infantil. Delirios que se convierten en pertenencias diarias y ahora con jabón que no me las quito de encima, sigo esperando que alguna vez las cumplan; piedad que acobarda mis anhelos. Sueños que se rompieron tan bruscamente que han rebasado mis adelantos de sonrisa, la ingenuidad que fue un matiz de todo esto.

Y que en esta realidad que vivimos es tan normal los estatutos de la amistad no confirmada y que ahora el uso de mascaras se convierte de modo general a personal trascendente, una para cada sujeto, para cada indomable mar de sentimientos y esta soledad que acobarda; esta soledad que esta tan presente que ahora le sigo llamando en pedacitos de llanto que evocan mis adentros. Me pongo a debatir si las consoladoras de Ende existieron alguna vez, sino les sobra un poco de tiempo y me echan una visita o al menos me dejen una pista para hallarlas, para visitar su ciudad sin nombre y de liberación absoluta.

Hablo de muerte, hablo de libertad, hablo de absolutos y cambios de fantasmas. Que tan fuertes nos hemos convertido y que tan irónicos somos al tratar de regresar hacia donde nunca quisimos en verdad quedarnos; un inicio de vida y los pocos recuerdos que deseo llevarme dentro, tal vez como banderitas o medallas para mostrarlas cuando me excedí en las cervezas, cosa que deseo tanto y que no lo llego a concretar hasta este sol. Cuando la sobriedad me enloquece y la pura idea de flotar en el aire me parece viciado, necesito otra cuidad, con otros habitantes donde no me conozcan y donde lo único que sabrán de mi, será lo que les diga y no la cola que siempre me sujeta a la jaula que llame alguna vez, mi hogar.

En fin, me regalo un detalle, lleno de bondades de escritura, repletas de angustia y contrastadas de tristeza; que extraño, sonrío, poso mis manos delante de mi frente para sujetarla y me repito que es en todo lo que pienso realmente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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